El puzzle político chileno se sigue moviendo, tras el término del primer intento de proceso constituyente. Dos agrupaciones aspiran a constituirse como partidos políticos y buscan convocar a moderados e independientes.
En la última década han sido 29 partidos políticos los que han sido caducados por el Servicio Electoral de Chile.
El proceso constituyente en Chile, pese a que terminó hace más de dos meses, sigue cambiando el escenario político del país. Este miércoles (02.10.2022) un grupo de exdirigentes del pacto de centroizquierda Concertación, que apoyó en su día las elecciones presidenciales a figuras como Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, anunció la creación de un nuevo partido político, con el nombre de Demócratas.
Una nueva agrupación que viene a cambiar el puzzle político. No es la primera. A fines de septiembre, otro movimiento denominado «Amarillos por Chile«, ya daba a conocer su interés de iniciar el proceso para iniciar un nuevo partido político, conformado también, principalmente, por exministros y exministras de los últimos gobiernos de centroizquierda.
Quienes forman parte de Demócratas y Amarillos por Chile tuvieron que renunciar a sus partidos políticos, en los cuales militaron por décadas. Su salida ha generado una gran crisis en la institucionalidad de aquellas colectividades que por años han estado a la cabeza de los gobiernos del país desde el regreso de la democracia, tras la dictadura de Augusto Pinochet.
En conversación con DW, el secretario nacional de Demócratas, Carlos Maldonado, señala que lo que su agrupación busca es «convocar al centro, especialmente a los cientos de chilenas y chilenas que son independientes y a quienes les interesa que el país avance con un crecimiento más justo e inclusivo para todos».
La decisión de los dirigentes de estas agrupaciones, sumada a otros movimientos que se autodenominan de centro, tomó fuerza, luego de los resultados del proceso constituyente que terminó con un aplastante 62 por ciento para la opción «rechazo» (del proyecto presentado de nueva Constitución). Muchos de ellos, aunque iban en contra de lo que decían sus partidos políticos, se mostraron a favor de esta opción, dando señales ya de que no continuarían con su militancia.
«Lo que ellos están haciendo es un intento natural, diría yo, de ocupar un centro político que se vio un poco huérfano en la coyuntura pasada, con el plebiscito constitucional, y que polarizó la discusión política. Y ese es el espacio que aprovechan Demócratas y Amarillos y personas de la ex-Concertación que no encontraban un sentido a esta dicotomía entre el bien y el mal», dice el analista de Politico Tech Global (PTG), Kenneth Bunker, a DW.
En una línea similar, el académico de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez Cristóbal Bellolio asegura a DW que, «estos nuevos partidos están tratando de aprovechar un momentum, entendiendo o leyendo que la victoria del ‘rechazo’ en el último plebiscito constitucional daría para pensar que la gente es más moderada, que quiere cambios y reformas, pero de forma gradual, manteniendo los pilares de la institucionalidad». Y añade que, «este mundo lee el resultado del plebiscito como una oportunidad para el centro político».
Maldonado, por su parte, defiende la idea de terminar con los extremos en Chile. La idea, explica, es comenzar a gobernar, «a través del diálogo y los grandes acuerdos, con el fin de tener nuevamente gobiernos de mayoría, como sucedía hace 20 años en Chile».
El anuncio de movimientos políticos que esperan constituirse como partidos a futuro no es algo nuevo en Chile. Actualmente, según datos oficiales del Servicio Electoral de ese país, existen cuatro partidos en formación, y en algunos días serán cinco, con la incorporación de Demócratas.
Sin embargo, en los últimos 10 años hay una larga lista de colectividades que, o bien fueron rechazadas en su constitución o, con el paso del tiempo, fueron disueltas, por no conseguir los votos que se requerían para mantenerse como partidos políticos activos. En total, en la última década, son 29 los partidos caducados en Chile.
A ello se suman muchas otras experiencias de partidos que se hacían llamar de centro, como Ciudadanos y Amplitud que, aunque tuvieron un buen inicio y representación en el Parlamento, tras un par de años tuvieron que disolverse por falta de quórum.
«Me pregunto si estos partidos tienen capacidad de convocar y seducir a nuevas generaciones y actores de la sociedad civil que no participan activamente en política», sostiene de manera escéptica Bellolio. El académico tiene sus reservas de si estas nuevas colectividades serán «rentables desde el punto de vista electoral» o masivas en su militancia.
«Tengo dudas de si realmente estos partidos de centro van a tener la capacidad de revertir la crisis, bastante estructural, de las formas de representación partidaria en Chile», añade.
Aunque estas dos nuevas agrupaciones dicen sentirse más identificadas con el espectro de la centroizquierda, hay incertidumbre en la clase política chilena de si serán eventualmente partidos de oposición o no al gobierno del presidente Gabriel Boric.
El presidente de Chile, Gabriel Boric.
El politólogo Kenneth Bunker piensa que puede ser una oportunidad para el jefe de Estado, siempre y cuando se muestre abierto a escuchar y negociar. «Yo creo que la única forma que le puede ir bien al presidente Boric es si se sitúa un poco más al centro, porque mientras más personas tenga con quien conversar en ese mundo, será mejor para él. Le hace bien a la democracia que no existan grandes espacios entre las distintas opciones políticas», afirma.
Ahora, para la nueva agrupación Demócratas comienza un largo camino de formación. Luego de que entreguen las firmas requeridas al Servicio Electoral, se inicia formalmente la solicitud de proceso de formación de partido político y con ello la recolección de 20.000 firmas en un plazo máximo de 210 días. «Nuestro interés es quedar habilitados para el primer desafío electoral en abril de 2023, para la elección de los convencionales para una nueva Constitución», anuncia Maldonado.
La nueva conmemoración de una de las movilizaciones más importantes del país estuvo marcada por el aumento de la inseguridad y el déficit económico en el país, influidos también por el contexto mundial.
Los chilenos votaron el domingo para saber si se aprobaba o rechazaba la propuesta de nueva Constitución que elaboró la Convención Constituyente; la opción de «rechazo» ganó por casi un 62 por ciento.
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